martes, 1 de noviembre de 2016

CATRINA VS. ÍCARO

Después de un fin de semana, en el que aunque las costumbres importadas se empeñen en alegrar, siempre me resultó bastante triste, he tenido mucho tiempo para pensar.
Este ambiente de tristeza y de echar de menos a personas que ya no están, no me trajo desde luego pensamientos positivos precisamente. 
Cuando se mira cara a cara a la muerte, no puedes evitar mirar de reojo tu vida.
De un simple vistazo, me dí cuenta de que mi vida, no es más que una serie de acciones en su mayoría no elegidas por mí, sino más bien impuestas por las circunstancias. Esas circunstancias se resumían en una sola, aquello que los demás no quieren o dicen no ser capaces de hacer. 
Y así, me encuentro con un montón de "encargos" que dirigen el sentido de mi vida sin habérmelos planteado nunca personalmente. Quizá sea mi "alma de voluntaria" o mi empeño por meterme hasta en los charcos, pero lo cierto es que tengo la fea costumbre de "recoger encargos" y asumir historias que para nada tienen que ver conmigo y que a menudo invaden mi tiempo.
Como suele ocurrir siempre que escribo, la historia tiene un final feliz ( me niego a escribir historias tristes, para eso ya tenemos los telediarios). Preparándome para un nuevo día de trabajo, doy gracias por todos mis "encargos" , que si llegan a mi puerta, será porque siempre se encuentra abierta para que quien quiera pase sin llamar. 
Quizá mi vida podría ser otra. 
¿Mejor? 
No lo creo.