martes, 28 de julio de 2015

HERMANAS

Al salir del Hamman, la tormenta de arena nos sorprendió. 
En el zaguán de aquella casa, nos asegurábamos de no ser sorprendidas, nos sentíamos seguras. 
Cuando aquella mujer nos hizo entrar en su salón, nos hizo sitio junto a su familia, nos preparó el té, nos ofreció sus mejores dulces, nos invitó a compartir el cous cous del viernes.

En ese momento supe que no me había equivocado de destino. Aquel era el sitio en el que debía estar, en el que quería estar. 
Compartiendo.
Aprendiendo a volver a ser humano.

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